La violencia en Huaral volvió a mostrar su rostro más despiadado. Un padre y su hijo fueron ejecutados a plena luz de las cámaras, no de seguridad, sino de los propios asesinos. El ataque, perpetrado con más de 25 disparos y guantes de látex para evitar dejar rastros, fue grabado por los sicarios como una macabra demostración de poder.
En las imágenes, la ferocidad del crimen deja claro que la vida humana carece de valor para estos jóvenes. La escena no solo causa indignación, sino que envía un mensaje directo: una banda busca controlar Huaral “a sangre y fuego”.
Uno de los detenidos confesó que la masacre fue un ajuste de cuentas y una advertencia a quienes se atrevan a desafiar a su organización. El arma encontrada en la vivienda de uno de ellos será sometida a peritaje para confirmar si coincide con los casquillos hallados en la escena.
El caso expone la profunda vulnerabilidad de la ciudad frente a organizaciones criminales que operan con absoluta impunidad. Cabe recordar que en junio, miembros de la banda Los Lobos fueron capturados con explosivos… pero increíblemente continuaban libres.
La pregunta es inevitable y urgente: ¿quién ordenó su libertad?
Mientras no se responda, la sensación en Huaral es clara: el crimen avanza, y el Estado mira para otro lado.

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